sábado, 29 de agosto de 2009

la Soledad nos ha complicado

Cien Años de soledad es el testigo fiel de un país que refleja una situación que aun hoy no ha superado, un país que es Macondo y que sus protagonistas somos todos los que vivimos en este territorio, Macondo también podría ser cualquier región de Latinoamérica envuelta en un conflicto social que lleva años padeciendo pero sin salida próxima a estos males.

El punto central que abarcare en este texto consiste en seguir a cien años de soledad y preguntarle a sus protagonistas que pueden aportar frente a nuestro país, verificar sus crónicas, sus historias que a mi juicio quedan en la memoria, sin embargo excluyo otras que por circunstancias ajenas a mi o a delimitacion textual no abordare.

Iniciare con la frase lapidaria que finaliza en forma paradójica de la estirpe Buendía y pondré un incuestionable relato escrito con fuerza y con clamor donde los Buendía y en general Aureliano, Amaranta, Rebeca, Ursula nos lograron mostrar que sus acciones fueron inútiles, algunos al final quisieron resarcir lo que habían hecho, pero la vida pasa la factura muy rápido y a veces nos damos cuenta que somos viejos para volver a buscar el camino por el que algún día nos desviamos, el camino que intenta construir de nuevo este país.

Me voy a detener en la obra en apartes donde los integrantes de las familia Buendía son los testigos de un país y protagonistas que representan a cada colombiano acostumbrado a ver todos los días como iguales, en medio de un Aureliano que esta convencido día tras día que es martes; al no indagar que paso con nuestro país y porque parece que hay otros que sufren y se lamentan y son tratados como esos bananos que deben ser arrojado en el río de los desechos.

Un país que se acostumbro a ser insensible, que vive en medio de terribles imágenes pero que no hacemos nada para frenar nuestra soledad y nuestra condena, es esta mi apuesta y es lo que presento en este texto, que la burbuja social en la que estamos metidos pronto se reviente y nos demos cuenta que los rollos de Melquíades jamás deben cumplirse, porque debemos resarcir al campesino, a la población en situación de desplazamiento, a la población en medio de la pobreza, a resarcirnos entre todos.

Algunos les ha de sonar un poco extraño volver a ser como antes, y se que nunca lo haremos y seria estupido, pero con estas palabras juego para mostrar que hemos perdido la esencia de la vida, lo simple, las sonrisa por la magia del Melquíades, o ese amor fraternal que Ursula abarca en toda su historia para rescatar en algo su familia.

Nos abarcamos en proyectos, en trabajo, haciendo una vida que solo la estimula el capitalismo y hemos perdido nuestros afectos por estar odiando al otro, en medio del rencor y de una guerra que ha sido la epidemia social que ha puesto en contra a los colombianos, los ha enfrentado en dos bandos distintos, con un intereses que aun hoy desconozco.

Es triste ver pero nos complicamos, ante esto doy respuesta y digo que fue la opción de algunos en llenar cementerio, nunca sabré para que, porque en la guerra nada se puede justificar, y quiero que este escrito solo sea un intento para que nosotros como sociedad nos aceptemos, reconozcamos que tenemos una sola madre y somos nosotros los únicos responsables de una cambio.

Somos un país de repeticiones y por eso en la casa de los Buendía, se vive esperando la muerte, en medio de la soledad, pero algunos como el que esta leyendo estas letras hoy, son llamados a romper el equilibrio, a no conformarnos con lo que nos dicen, y reconocer nuestros errores para pararnos sobre estos, errores de los más conocidos en el país son los partidos políticos y en Macondo se logra ver que un pueblo estaba en paz hasta que llego nuestra miseria que intento pintar las casa de azul, pero lo que hizo fue enfrentar a dos colombianos que nunca sabrán porque lo estaban haciendo y cual es la intención que se busca en estos enfrentamientos.

La vida es hermosa y hemos sufrido tanto que ningún país creería lo que hemos pasado, tal vez esa burbuja que se esta abriendo nos esta dando la posibilidad de mirar la otra cara de Colombia, la que desconocíamos y en la que usted y yo estamos sumergidos.

Hablo de un cambio interno, como el cambio que Ursula hacia en su casa para recibir a los clientes, visitantes y extranjeros, paradójicamente mostró que crecía a la par de Macondo, esto es lo que voy a tener en cuenta a continuación, mostrar Cien años de soledad y mezclar esa realidad que ha dejado de ser mágica pero que aun tenemos tiempo, muy poco, para recomponerla.

El tiempo es la caja de Pandora, pero para que no se cumpla el fin de la estirpe de Colombia, que presenta Melquíades en sus rollos y pergaminos debemos empezar a ser sujetos políticos que respondamos por un país y seamos nosotros capaces de aportar soluciones frente a un territorio desangrado con años de violencia, sembrado desde su raíz con puñados de rencor y envidia que no ha permitido que salgamos de nuestra languidez.

LA SOLEDAD NOS HA COMPLICADO

“Todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque la estirpe condenada a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”[1],

La soledad de Aureliano Buendía que ante sus guerra inútiles[2], sus años llenos de derrotas, de mandar callar personas y defender una causa que lo ha traicionado, ha decidió algún día en medio de su cansancio de pelear y de observar que toda su obra no ha servido para mayor gracia, ante una existencia que logro el respeto pero más adelante será cuestión de tiempo olvidarlo, ante este vaticino y su vida insensata, con un balance de guerras perdidas se decide retirar , se aísla del mundo, con un único sueño que es morir de cansancio, en el olvido[3] y da la espalda a lo que conoció, y no se detiene a pensar que su vida aun no esta desecha, no es momento de sentarse en la búsqueda de un encierro que ha de trazar un camino tan largo que va a tomar años y quizás la oportunidad la va a perder y ese egoísmo[4] mostrara que nunca ha valido la pena quedarse en el lugar esperando la muerte sino que hay que abrir los ojos y no esperar que las imágenes de luto, la cantidad de personajes que han pasado por este mundo y las inmensas historias que llevan a cuestas testimonios de vidas que han querido ver a mi país mejor no hallan valido para nada.

Han querido sembrar la reconciliación que hace falta en la construccuin de nación, pero muchos y que somos todos hemos sido como el coronel, un hombre que se ha dado cuenta tarde que lo de ayer hoy es distinto, su determinación final de querer levantarse contra el gobierno y reclamar no solo la pensión de sus compañeros, también ha acumulado el dolor que se ha venido extendiendo en toda su alma al darse cuenta que algo se pudo hacer, pero hoy parece que no nos apoyan, parecemos locos, pero hasta el último día, hasta ese fogonazo que Arcadio, el hijo de José arcadio y Pilar Ternera, hemos de dar la vida por una causa, la causa de Arcadio para callar su voz quizás no fue la mejor vía.

Son los testigos de colombianos que han sucumbido en el lazo de la maldad, de la buena acción, o de la omisión y eso Ursula lo conoce bien, porque nos mostró un Macondo que siempre da la sensación que es Colombia y el pueblo en que se desarrolla la historia somos todos, es el hijo, la madre, el abuelo y el extranjero, Ursula fue testigo de los gallos, del acordeón, de los juegos de azar, de la guerra, de las mujeres de mala vida y por supuesto de la llegada del capitalismo a un pueblo que estuvo en paz hasta ese día que llega un gringo bajándose de un tren y se idealiza el banano que come en la casa de los Buendía en el mejor negocio que jamás él había tenido.

Se ha dado cuenta Ursula que su familia conforma una estirpe y quisiera limpiarla de nuestros errores y criar exclusivamente a un Buendía[5] con los mejores modales a pesar que pareciera que ella esta un poco cansada de su años, que no perdonan los años el desgaste físico pero hay un espíritu activo que aun cree que esto se puede alterar, de la cotidianidad donde no hicimos nada, todos lo días son iguales, algún día Aureliano Buendía se convenció que siempre era martes, todo los días le preguntaban para comprobar su locura a lo que el respondía: -hoy es martes, Ursula lo comprendió también y la campaña de su esposo en la búsqueda de una región, la revivió con unos de los gemelos de Arcadio, una historia que se repite, vidas que deambulan en un diario que no se rompe, testigos de una ayer, que es un hoy muy parecido al mañana.

Cien años de soledad es Colombia, es la muestra de lo miserable que somos, en una arquitectura tan bien escrita que las palabras van a quedarse cortas en lo que tengo que escribir al mostrar puntadas de mi país inalterable donde somos actores de nuestra propia novela al participar de una magia que en ninguna parte del planeta fuera admisible creer, hemos visto las peores imágenes que suceden en nuestro país, dolor de familia, la ausencia de duelos ante la desaparición del hermano, la incertidumbre de la vida, hemos observado como el río magdalena al igual que en Macondo se arrojan cuerpos como el banano desecho para la venta y que es tomado como el botadero de cuerpos[6], presenciado la insensibilidad o tal vez la ceguera espiritual que quizás la familia de Fernanda, o la familia de cualquier colombiano de la ciudad ha ignorado, ha omitido, que no se le permite ver o tal vez hemos sido engañados como le sucedió a todo el pueblo de Macondo que acepto el miedo[7]y fue convencido que allí nunca paso nada, la versión que es falsa es creída, escuchamos las balas, vimos la sangre brotar y el humo de la armas soplar, los de aca y los de allá estamos unidos por una tierra, que ha mostrado en sus bases la desgracia de muchos errores y este ha sido la degradación de un destino.

Esta burbuja social nos ha impedido ver como se esta desangrando el país, que Fernando y Fernanda[8] han decido cerrar los ojos, uno por iniciativa, otro por su falta de curiosidad, y en ese juego estamos dejando de ver que más de la mitad de un país, todos los días se levanta con la incertidumbre de vivir, con la pregunta de que será mi almuerzo o con la sorpresa que lo que hacia bastante bien, como es el oficio de la agricultura, que es cultivar, sembrar y recoger hoy no lo puedo hacer y hay que empezar de nuevo, en medio de la urbe; aspecto que en las últimas hojas de este escrito desarrollare cuando diecisiete cruces en la frente señalan el destino; y es este lo que nosotros somos, los culpables de haber permitido que por satisfacer nuestro orgullo nos encontramos en un mundo ficticio, y es la invitación de Cien años de Soledad además de todo lo escrito aquí de conocer un país oculto[9], que nos dará la sensación que durante toda la vida hemos estado engañados, porque nunca se nos contó que sucedía, o lo sabíamos pero nunca hicimos nada, porque eso no era mi responsabilidad y nos echamos a llorar cuando miramos lo miserable que habíamos sido al tener una cuna y una bacinilla de oro, atrapar el dinero como lo único necesario para vivir y después de soñar que nuestro camino era ser rey o reina, como Fernanda alguna vez lo soñó en medio de su lánguido sueño ideal, no podemos permitir que ya tarde recapacite como Fernando que en sus últimos días y a la llegada de la navidad decide acabar con su existencia[10] y ser empacado para que su hija comprenda que la vida a él no le perdono ser tan mezquino en la sociedad.

El exterminio Macondiano estaba escrito, empezamos mal, la lucha agraria es testimonio de cien años de soledad, aparece el Arcadio que sin preguntar nada[11], asume que son sus tierras, recoge impuestos, traza líneas y divide a sus anchas, expulsa a la población, crea documentos de legalidad, reclama lo que nos es suyo y es acompañado con perros para la contribución que se dice voluntaria por ser usted dueña de un territorio, es esta la estructura de nuestros males, y vestigio de una realidad que complementa el destino sin camino en el que estamos sometido en un país que nos orgullece por tener tres cordilleras, un país donde algunos hombres se han adueñado de la tierra, se han llenado de varias hectáreas y para muchos les ha tocado salir huyendo, conformarse con ver lo que antes era suyo en esos hombres que se dicen terratenientes, diría mejor usurpadores de la tranquilidad, una deuda social en la que somos responsables de la indignidad al dejar pasar por frente de nuestra ventana esa familia que reclama lo perdido, personas inocentes que lo han perdido todo cuando ha llegado esas multinacionales y han alterado la región, la han modernizado dicen algunos, pero la delimitacion entre la razón y la desesperanza demuestra que su dinero es oprobio al bienestar de la vida.

Es muy extraño que Macondo viviendo de su paupérrima economía, pero viviendo en paz y con armonía se rompa en momento cuando la monotonía es insoportable y alguien decide burlar el sistema, atacada por la empresa multinacional, por la llegada del tren[12]que trae con en la incertidumbre, nostalgias y desventuras que confirmaran más adelante el uso que se le ha dado a sus vagones, se ha prometido un cambio total en el pueblo, porque ha llegado la bombilla, el cine, se ha modificado el régimen de lluvias y hasta se ha desviado el río[13], poniéndonos todos los días en asombro[14] y más paradójico es observar que su llegada ha empeorado las cosas, porque aparecen los juegos de azar, la falsa vida alegre y parece que lo que ayer conocíamos bien, hoy hasta ahora lo estamos conociendo[15], quisiéramos ser como antes, y algunos lo llamarían que somos unos egoístas por encerrarnos en nuestro mundo y no conectarnos con la dinámica global, con esa aldea que reclama nuestra participación, pero si la llegada de ellos van a perjudicarnos tanto, que incluso mostrara un pueblo enmascarado por el goce económico, ante una mirada en la que solo algunos están cambiando, nosotros estamos involucionando, nos dirigimos hacia tras y caminamos a la inversa de nuestro planeta, es esto lo que nos ha mostrado años en que Macondo, años en que Colombia, años en que Latinoamérica ha sufrido por la llegada de empresas extranjeras que han buscado enriquecerse por las manos humildes de campesinos que no han podido hacer nada y han regalado sus tierra, perdiendo todo y siendo empleados, siendo exiliados de una propiedad que desde generaciones pasadas ha sido de la familia, estamos presentes en la novela más real que Macondo nos presenta, las escenas son cada vez más cortas, porque ya se sabe el final del capitulo, una historia bien enlazada que se vive en los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, años que han sido en vano mostrando los pecados que somos todos participe, errores de gobiernos que durante sus periodos mostraron la iniciativa de proyectar una reforma agraria, pero se les paso el tiempo, y López Pumarejo o tal vez Lleras durante el Frente Nacional se dieron cuenta que más que una intención que se ejecuta, se debe establecer una política nacional que llame a toda la población, a todo el campesinado y escucharlo, por supuesto nos daremos cuenta que somos muchos y ellos son tantos, así que seria inconveniente mi propuesta, pero que tal como alguna vez sin proponérselo, Aureliano Centeno que mezclo el hielo con el jugo y nacería el helado[16], es decir el hacer nuestras acciones con amor, con gusto y con todo el empeño hará que surja la respuesta que todos sabíamos, o que por acuerdo permita resarcir con algo a las regiones que a pesar de la llegada de grandes empresarios siguen siendo pobres o de familias enteras que aun hoy buscan una zona de cultivo, que aun hoy son esclavos de terratenientotes recordando o mejor viviendo lo que siempre se lamento Ursula, exactamente lo mismo de ayer, somos un espejo.

En nuestro encapsulado país sin salida y sin retorno surge la pregunta de porque hemos perdido nuestra esencia, porque se ha extraviado esa sonrisa que en momentos nos hace resistir en nuestra compleja patria, quizás el odio ha nacido por pequeñas tontería como el insulto indescifrable de Fernanda a Amaranta[17]que ha decidido dejar de hablarle siendo de la misma familia, de una misma nación en la que nuestra soberbia nos ha creado fronteras con el vecino, o ha aparecido cumbres donde una región colombiana se siente incomoda con la prosperidad de otra o simplemente la hostilidad de la familia se da cuando aparecen dos bandos en escena, unos llamados subversivos, otro legítimos que nunca se darán la mano y pelearan olvidando que son engendrados por la misma madre: Colombia.

Hay que recordar el ejemplo de los turcos[18]que a pesar de estar en la mitad de la destrucción no se dejan vencer por las dificultades, veamos colombianos que pareciera que heredaron lo de los turcos, mientras tanto reclamemos a nosotros mismos nuestra fortaleza de reconstruirnos entre los escombros y despertar de nuestro letargo, y ser capaces de responder que salimos vivos, porque nos la hemos pasando -nadando[19].

Hemos estado trabajando, cumpliendo nuestro rol de empujar este país y mostrarle a los envidiosos, a los egoístas que somos una sociedad unida, que ante todo no nos dejamos hundir por las dificultades, que a pesar de mil historias toda llenas de amargura, nunca estaremos dispuestos a comer tierra, ni a rasguñar las paredes como siempre en sus crisis emocionales Rebeca se embarcaba en esta empresa.

Se ha sido muy paciente, pero esto no aguanta más y esta a punto de explotarnos los problemas todos en la cara, porque estamos resquebrajados, no como esa teja que se desboco ante la mirada obscena hacia Remedios la bella, estamos como ese festival de reinas en la que Fernanda estaba invitada y que intenta ocultar nuestra realidad, esas sonrisas no son las que busco, porque no se puede esconder la historia con una simple pasada de pintura, Gabo nos hizo ver que esa tranquilidad y esa pasividad termina mal, una masacre después del reinado, una muerte social que nos esta aislando como colombianos; aceptémoslo, hemos estado buscando nuestro rumbo, el norte se nos perdió porque ayer sin duda éramos minimamente más felices a los que somos hoy; ayer nos llego la magia, disfrutamos lo simple de la vida, nos llego ese hielo gigante que quisimos atraparlo, nos llego la máquina del tiempo, nos mostraron el mundo, hasta nos sorprendimos con los imanes[20], e incluso desperdiciamos el observar el bello cuerpo desnudo de Remedios la Bella[21], lo insignificante para nosotros hubiese sido hasta hace pocos años nuestra felicidad, ¿pero en que momento nos complicamos?

Sería cuando decidimos poblar el cementerio, nuestra violencia es inexplicable; a través de un débil hilo estámos separados entre el amor y el rencor, y por desgracia éste último triunfo, preguntémosle a Amaranta porque le tuvo envidia de Remedios la bella y la respuesta por la que se exilia en la soledad y en el silencio[22] de su voz hasta su muerte sería la incomprensión, porque nunca se sabrá cual es la base para que estemos peleando[23], alguna vez el coronel Aureliano comprendió su miserablesa[24], se dio cuenta que por estar pendiente de él mismo ha olvidado lo más lindo de la vida y es el otro, ha perdido la noción del afecto porque la guerra lo daño, y perdió la sonrisa, perdió la capacidad de amar, solo le quedan recuerdos pero estos también pueden desaparecer cuando nosotros embarcados en nuestros sueños, en una vida que estamos resignados a llevarla por ese camino del éxito que el mundo nos ha marcado, que debemos estudiar, buscar un trabajo, ser exitosos, nos convertimos en una máquina, en un autómata, que jamás duerme, estamos viviendo en la somnolencia del virus del sueño, nos matriculamos en la vida y la abordamos con todo impulso, empezamos a construir proyectos como el de las tierra perdidas que José arcadio Buendía nos mostró buscando el mar[25], abarcamos proyectos como el del coronel Aureliano Buendía[26] o el de Aureliano Segundo[27]en la búsqueda del San José de Yeso que tanto guarda Ursula, adoptamos una forma de ser, de comportarnos, nos inscribimos en las dinámicas del mundo que sugiere que el quedarse estático es perder dinero, sumergidos en una cotidianidad donde todos los días se confunde el tiempo pasado, y es la anciana Ursula el personaje que se presenta esta confusión [28]en sus recuerdos, pero el mundo la ha confundido y se nos esta olvidando el valor de la familia, la que nos brinda fraternidad, que nos acepta y que no nos pide nada a cambio, solo nos tiene paciencia, pero esta no debe llegar tan tarde porque es lamentable que desperdiciemos la oportunidad de un abrazo, de un beso y de las bellas palabras que extraño alguna vez Fernanda del Carpio[29].

En que país estamos viviendo, que no nos da la opción de compartir con nuestra familia, o que la opción para estar con ella esta relegada a los fines de semana, a una llamada o aun simple: -¿Como estas?, por estar alejado pensando en nuestro trabajo , se dice que por amor a ellos y por un bienestar para el futuro; dejar de compartir el presente para recuperarlo en el futuro es improbable, porque el tiempo transcurre y nos hacemos viejos, lo que perdemos hoy nunca más se podrá recuperar y eso lo comprendió José Arcadio, que en su empresa[30], ha de retornar a su familia quizás con las misma pobreza en la que salio, quizás no con esa pobreza económica pero si moral, al ver a una madre que sufre porque no nos ha visto por un buen tiempo; la vida entera que le adeudamos a ella es un acto de miserables, ya que la dejamos botada a la deriva y con un saldo que jamás se podrá recuperar.

Esta mal vendría del capitalismo arrasador que cambio la mentalidad de todos los colombianos en el discurso económico que nos arrojo al mercado, nos puso en contra de nuestra familia, de lo que creemos, de lo que sentimos y de lo que nos hace reír o tal vez llorar, porque al llegar a lo más alto es la máxima satisfacción pero no es nuestra, es la del estaudinense Jack Brown que en su desespero fue capaz de engañarnos con su identidad o tal vez fue la persona que construyo un imperio rompiendo todas los lazos familiares, quebrando una nación, que afirmó hoy necesita integrarse entre si para buscar superar sus males, quitando las astillas que han puesto palos en la rueda para poder entender que esos pliegos escritos por Melquíades nosotros los podemos reescribir.

La estirpe colombiana más que reconciliación necesita aceptarse como sociedad, Gabo dándonos a conocer a Aureliano segundo y Arcadio segundo nos presenta las dos diferencias que un actor puede tomar para apropiarse de la vida, quizás Arcadio Segundo su destino al ver un fusilamiento de un inocente que prefirió morir con una sonrisa, dejando a éste Buendía en un destino donde a veces no rechazamos la practica de la guerra sino simplemente hemos catalogado estas acciones y las hemos fragmentado en los que si deben callar y en los deben vivir, que más que bien precede a un Arcadio que ha dejado ese olor de pólvora en la tierra, rememorando a todo el que pase sobre su tumba que los errores se pueden corregir, pero algunos no los han aceptado, en cambio otros colombiano pueden ver las perspectivas que le presenta la nación y sentarse a pensar como actuar, como entender la profecía de Melquíades dejando de soñar por el ideal que no existe, a una realidad que nos solicita para poder cambiar estas repeticiones diarias de la vida.

Estos dos colombianos parecen iguales, pero nuestra historia muestra porque Colombia se ha dividido en dos, como a veces confundimos a Arcadio segundo, con Aureliano Segundo, ambos se comparten los males, comparten a Petra Cotes[31], ellos reconocen que son muy diferentes y a medida que crecen nos los hará saber, pero hoy aprovechan este parecido para ubicarse en el territorio nacional y mientras uno busca el significado de la paz, otro buscara como corromper el equilibrio, en eso estamos metidos hoy, los actores del conflicto colombiano existen porque se le ha permitido su nacimiento con los inmensos problemas que vive el país, pero todos nos hemos degradado, hoy no reconocemos quienes somos porque ellos hacen los males, y ayer que se decían salvadores de los campesinos están en este presente contra ellos, por otro lado una Colombia que prefiere marchar por una causa pero no ejecutar, somos conformistas, y es este el sello de los defectos de la familia, los defectos de Colombia.

Amenazas hemos tenido y una de las perversiones que nos ha aproximado a ver la idiosincrasia colombiana es el surgimiento de los partidos políticos, de los componentes que nos han quebrado, tenemos esos colores donde el azul y el rojo, por un lado Amaranta siendo protagonista de su funeral[32] que vio su rostro devastado por los años, con más de 40[33] que nos han dejado en la mitad de un país desolado, en una batalla de un régimen de pobres diablos como nos los recuerda el coronel Aureliano[34], con guerras que lo único que han hecho es pintar la casa de un color pero esta se encuentra a punto de derrumbarse porque no ha tenido una reestructuración de sus cimentos, hemos visto que lo innombrable de Colombia se ha convertido en la causa de nuestro desespero, en la lucha entre dos hermanos que a pesar que Gabo exime un poco su situación física nos podemos dar cuenta que desde la niñez se han querido demasiado y hasta han mentido buscando su felicidad, como es el caso de los gemelos Aureliano Segundo y Arcadio Segundo.

Resultado de esta relación nacen los partidos políticos, una asociación que permitió ver la concentración de dos países dentro de un solo territorio que ha identificado la presencia de hombres que sin conocer que quiere decir ese color, en una ignorancia total hacia la ideología que se dicen defender produciendo que la tristeza amargue la risa, donde algunas actividades son aceptadas, otras rechazadas, algunas buscan significar el trapo rojo o e trapo azul, como sucedió en el reinado donde se encuentra Fernada y Remedios la bella, en medio de las balas, donde colombiano contra colombiano entran en conflicto, pelean y se desangran.

No nos asusta el acordeón como le sucedió a Ursula[35]simplemente nos hemos dado cuenta que hay un momento para todo, en estos casos hay un luto nacional, se callan muchas voces a diario y se debe presentar un respeto, así no se nos halla olvidado aun reír, primero se debe llorar por lo que somos y no quedarnos muertos en vida, Rebeca lo decidió hacer y fue capaz de asesinar y después condenarse, a su soledad que hasta la muerte la acompaño en medio de su amargura y tristeza.

Quisiéramos encontrar la cura[36] y sanearnos como nación, que más oportunidad que nosotros mismos como herramienta de una gran maquinaría de seres humanos que como el negocio de Aureliano Segundo con sus conejos y luego con sus vacas nos multipliquemos, y no seamos producto del azar, sino de un convenio en conjunto que iniciemos a reconstruir lo que hemos perdido, que más seria el orgullo de nosotros que por todo el país sembremos conciencia y más que empapelar la casa de billetes, nos pongamos entre cada uno de nosotros que conformamos esta nación a sembrar desde nuestro entorno familiar paz, suena idealista y lo se muy bien porque estrecharnos las manos, abrazarnos y decirnos buenas frases no solucionan nada, pero es un inicio para hallar nuestras soluciones, pero aquí hay algo importante , porque Ursula también lo supo y es que cuando cambiamos internamente, también lo siente la sociedad, es ella que se ve directamente beneficiada, Ursula para atender a los visitantes y en medio de una familia que cada vez crece decidió reformar su casa, hacerla más grande y así mismo Macondo creció, paso de las casa de barro a casas de ladrillo con pisos de cemento.

La historia es un ciclo que se repite y es Remedios la bella, por un momento breve nos mostró que la vida también es hermosa, simple y hasta cómoda[37] y que en algunos momentos hemos dejado pasar lo divino de la vida por ver lo prioritario, es divina pero también peligrosa, hay que saberla llevar, conocerla, enfrentar todas sus características, aspectos negativos, positivos, ella no es ninguna boba como pensó Amaranta, es lo contrario es un ser inteligente, un ser que se elevo de la tierra[38] para mostrarnos que la vida es sublime, es un espectáculo y somos nosotros los anfitriones de la noche, por supuesto van a existir Fernandas que pareció en este momento olvidar el magno evento de levantarse todos lo días y escuchar el sonido de las aves por una simple y ordinaria frase: -que será de mi, a mi juicio lo que será de mi no es la preocupación por las sabanas que se llevo Remedios, lo que será de mi es lo que hoy estoy haciendo en este mundo, Remedios sabia esto y vivió tranquila, sin sobresaltos, bañada por la pureza pero a la vez tenía una trampa diabólica y esta la observó cuando la abordamos por ligereza, por simplemente pertenecer al mismo aire que respira el otro, olvidando que como ella lo representa se debe vivir suave pero con el afán de una vida que el tiempo no perdona.

En esta mezcla de sentimientos de patria no quisiera dejar la oportunidad que estaba esperando para darme cuenta que esos diecisiete hijos de Aureliano Buendía que al ser marcados en la frente y que registran un destino trágico por culpa de ese señalamiento y estigmatización social que nosotros los llamados colombianos hemos hecho de las millones de familias que han salido desplazadas de sus tierras, contra el terror y por la vida, en medio de su dolor nunca esperarían ese espaldarazo que nosotros le hemos dado, es este los 17 hijos que llevan un signo en su cuerpo y son buscados, humillados y asesinados para no dejar vida a una estirpe, es este el clamor que le hago a un país que ha decidido observar a las familias en situación de desplazamiento como lo que hace daño a la estética de la ciudad, y se debe retirar del parque tercer milenio, o ante la mirada que excluye a otro colombiano cuando en medio del barrio carvajal y ante el clamor de una solución no se hizo nada, pasan los meses, años y la culpabilidad nuestra no ha cambiado, solo los ubicamos en el listado de Amaranta[39] y llevamos la estadística de la cantidad de personas pero ante eso Colombia nos despierta y creemos que no es nuestra responsabilidad, pero es obligación de todos llevar a buen fin esta tragedia y alejarnos de la profecía de Gabo: “nos estamos pudriendo de viejo, en la exquisita mierda de gloria”.[40]

No nos importa nada, somos conformistas, simplemente por esperar nuestra muerte realizamos actividades que abarca algunos sesenta años para ser reconocidos en la sociedad, pero hacer y rehacer pescaditos como lo hacia Aureliano es aceptar la improbabilidad de mover esto con una palanca, que resignado funde las mismas monedas con que le pagan los pescaditos y los funde luego para hacer más pescaditos, depresión total y soledad ante un innegable destino que se conforma con solo morir, con solo esperar la muerte, dándonos cuenta que lo único que ha envejecido somos nosotros[41], pero la guerra interna, dentro del gran juego de conceptos que presenta nuestro país, sigue estática y ella sigue joven, con energía y va en aumento llena del odio y la violencia que cada colombiano siembra para que ella exista, pero también su jovialidad sea la consecuencia de ser, ese Aureliano sembrado en cada corazón que ha decido esperar a que su vida se acabe y que responde a la pregunta de: -¿Cómo esta coronel?, él responde –aquí, esperando que pase mi entierro[42]resignado a no poder hacer nada más, un error porque todos los días podemos aportar nuestro semilla para que la reconstrucción de las ruinas de este país afloren.

Tenemos una segunda oportunidad, debemos hacer caso omiso del vaticinio cumplido de la estirpe Buendía donde mientras se va leyendo estas palabras todo se va haciendo polvo y la desaparición que estaba escrita jamás se leyó, pero nosotros en este momento estamos leyendo y ya hemos observado que no lo vamos a permitir, que al contrario de Aureliano que ha decidió decir: -No me hables de política, hoy nosotros debemos ser los seres más políticos, debemos tomar una postura y decisiones frente a nuestros asuntos, aceptar que estamos dentro de un país que esta conformado por cuarenta millones de personas, que sin discusión y olvidando esa creencia que todo lo que sea político se refiere a gobierno, corrupción, compra de votos, estas han sido ideas que cuanto daño nos ha causado, porque hemos creído que eso de allá no tiene solución, pero hasta la propia constitución del año 91 nos ha dado el poder de participar, de incluirnos dentro de las dinámicas del país, es momento y estamos en deuda con ese hombre político que somos todos aportando soluciones, verificando que lo aprobado se cumpla, siendo veedor del juego del gobierno, llamando a ellos que se dice nos representan para conocer porque están tomando una decisión que no nos gusta, esta no se debe repetir, y es deber corregir esos rollos de Melquíades que tanto daño nos ha hecho, porque seguimos un libreto que ha sido escrito pensando en esos títeres que se han dejado manipular por casi ciento noventa años que es lo que tiene nuestra patria, así que la apuesta de cien años de soledad es romper esta soledad, y esa es mi propuesta que nos no sentemos en la puerta de la calle a ver pasar el mundo, a ver pasar la lluvia de cuatro años, o a ver pasar hombres que están luchando por un ideal o cerrar los ojos cuando nos necesitan, dejemos ese pacto con la soledad, salgamos de la casa de Rebeca, soltemos los lazos que nos sujetan, como le ocurrió a José Arcadio Buendía que permaneció un buen tiempo atado en medio de la vida, pasando por delante de el los mejores soles, los mejores días, las mejores situaciones, hasta el día que se murió jamás se disfruto y ya tarde cuando somos espíritu volvemos a mirar nuestra estupidez que por no hacer nada nuestro hijos van a seguir los mismos pasos y en muy fácil reconocer que Melquíades tenia razón… No la tiene, es momento ahora mismo de levantarnos, abrir los ojos y ser ese ser político que por naturaleza de ser colombiano se hace obligatorio entrar en la dinámica de la patria.

Somos responsables de nuestro pasado, pero podemos hoy cambiarlo, es un proceso largo, pero nuestro futuro es el que labremos, ante unos padres que lo han dado todo para que realicemos la labor que ellos no pudieron, prefirieron ellos no comer, gastando millones de dinero en nuestra educación[43], han quedado sin nada porque han decidido que nosotros quizás podamos; estamos con una carga inmensa en los hombros, donde nuestra humildad debe indicar que nunca se ha de pisotear al otro, así mismo la estratificación es lo que nos ha terminado de acabar, el dividirnos como sociedad, implantando un modelo donde ricos y pobres son llamados en medo de un país donde todos somos colombianos y deberíamos ir en búsqueda del mismo objetivo.

No vendamos más pescaditos, pensando que todo esta perdido, brindemos pasión por lo que hagamos, que aunque sea una actividad que parece no aporta nada, esta aportando todo, y esa es mi propuesta y es esto lo que he extraído de cien años de soledad, letras que han sido escritas milimétricamente para que este vaticinio que esta escrito desde mucho antes de nuestra formación como Republica que al pasar de los años pudiendo cambiar las cosas y tener la capacidad de entender esos pergaminos que indicaban que estábamos dirigiéndonos hacia nuestra perdición, que por tiempo, por ser esos seres máquina no leímos nuestro destino y ahora parece que cada vez se cumple lo escrito, es momento de ponernos las botas y trabajar por nuestro país.

Conclusiones

  1. Macondo nos mostró a través de cien años de soledad que una estirpe se acaba cuando se condena a olvidar y cuando en medio de su tristeza no ve más soluciones que la muerte, es esta la expresión a mi escrito que el sufrimiento de un país no se valla a la caneca sino seamos actores activos en la reconstrucción de un país.

  1. Melquíades en sus rollos y pergaminos ha profetizado la desaparición de Macondo, pero quizás estemos en el final de nuestra obra, donde el último Aureliano comprendió lo indescifrable en medio de la tormenta, y en un cuarto que esta a punto de desaparecer, sin embargo debemos subirnos en esa máquina del tiempo que algún día construyo el gitano y ver nuestros pasos, dándonos cuenta que somos nosotros, los colombianos, o quizás los de la región latinoamericana para que los rollos no se cumplan, somos los forjadores de nuestro destino, construimos el futuro, pero el pasado es la formula para descifrar en que hemos fallado.

  1. La cotidianidad de los personajes en la obra de cien años de soledad nos muestra un conformismo con la vida, un sinrazón a nuestra existencia, pareciera que aun fuera martes, ahora bien hemos de darnos cuenta que nuestra somnolencia de ser hombres máquina nos ha hecho olvidar lo sencillo de la vida, de lo gratificante que es vivir en el país y de la obligación como sujetos políticos frente a diversas situaciones en nuestra país que han de ser intervenidas inmediatamente ante que nos explote todos los problemas en la cara.

  1. Parece que somos insensibles en el recorrer de nuestra vida y somos como el coronel Aureliano que se acordó tarde que él también es ciudadano, se acordó tarde Fernando y Fernanda por su parte lloro cuando conoció ese otro país que en ese momento no se imaginaba y que aun hoy mucho de nosotros no conocemos o tal vez hacemos caso omiso a actuar en un país que nos llenamos de miedo ante esos hombres que nos han callado en medio de lo que hemos sido testigos, como es el silencio de más de tres mil.

  1. Apuesto a ser lo que éramos antes, pero no en la forma textual porque es inverosímil esta aseveración, quiero que recuperemos la sonrisa, el afecto y la paz que algún día tuvimos como en Macondo antes que llegara el capitalismo a la región, nunca estoy pidiendo que dejemos el capitalismo, solo pido que esto no nos quite el tiempo para abrazarnos hoy con nuestra madre, con nuestros amigos e iniciar a reconciliar un país.

  1. Reconozcamos que un país se esta desangrando, consideremos a cientos de campesinos que en los últimos años han huido de sus tierras fruto de hombres que como Arcadio lo hizo sembró el miedo y se adueño de un sustento que nunca fue suyo, por esta razón se ha de reconocer en la población en situación de desplazamiento a colombianos que también pertenecen a este territorio, que no deben ser los señalados con la cruz de la muerte, que extinguió un destino que ya ha sido marcado, al Igual que Daniel Pecaut lo dice:

"Los desplazamientos forzados no afectan la existencia de individuos que estarían asegurados por su calidad de “ciudadanos”, afecta en cambio, a poblaciones acostumbradas a adaptarse en cada momento a las formas de coacción que pesan sobre ellas. Poblaciones que no ignoran que son desde siempre desplazados en potencia”[44].

Encerrados en nosotros mismo, esperando morir en nuestra gloria, con un país con un futuro que en los rollos de Melquíades nos da poca opción de vida.

  1. En un país serio nunca se permitiría que después de una masacre no pasara nada, en un país serio nunca es posible que tras la muerte de miles de personas a través de muchos años, acá no haya pasado nada, no es posible que eso de más de tres mil o dos mil, o cien o cinco o dos o uno, sean para Colombia una simple y bochornosa estadística, que da pena nombrarla; se debe aceptar e iniciar a buscar un rumbo que aunque no tengo la respuesta... se que estamos perdidos.

  1. Somos un país de versiones, las que nos diga el Estado o el alto mando lo creemos, pero hay una realidad que es muy distinta a la que oímos y aceptamos, las noticias a diario nos han enseñado que estamos en un molino de polvo[45]pero aun no es tarde para sentarnos frente a la casa, como Aureliano y esperar los funerales, no dejemos todo para el final, iniciemos en este momento a reconstruirnos como nación, rehaciendo nuestras instituciones y nuestra sociedad que más que estar incompleta esta hecha pedazos[46].

  1. Nada argumenta, ni sostiene la violencia, es una palabra que en Colombia ha escalado toda la sociedad, y todos los estamentos y han dejado dolor de patria, hemos peleados colombianos contra colombiano y aun hoy no sabemos exactamente cuales son los intereses que nos mueve.

  1. Las dos Colombias se deben unir, nos debemos quitar la mascara que nos ha ocultado que por los rincones del país se esta viviendo lo invisible, o se vivió lo irrecordable, son muchos defectos de Colombia pero ya se que el olvido y la soledad es lo que ha afectado un país, que se ha despertado todos lo días sin tener en cuenta que somos parte de un país que nos necesita, que nos solicita, y que nos demanda a que no seamos egoísta para participar activamente en una sociedad que debe romper esos rollos proféticos e iniciar a trabajar para darle sentido a nuestra sociedad.


[1] CIEN AÑOS DE SOLEDAD: Edición conmemorativa, Gabriel García Marques, Bogotá, Editorial alfaguara, 2007, Pág. 471

[2] Ibíd. Pág. 241

[3] Ibíd. Pág. 247

[4] Ibíd. Pág. 278

[5] Ibíd. Pág. 219

[6] Ibíd. Pág. 350

[7] Ibíd. Pág. 351

[8] Ibíd. Pág. 239

[9] Ibíd. Pág. 239

[10] Ibíd. Pág. 247

[11] Ibíd. Pág. 137

[12] Ibíd. Pág. 257

[13] Ibíd. Pág. 261

[14] Ibíd., Pág. 257

[15] Ibíd., Pág. 262

[16] Ibíd. Pág. 255

[17] Ibíd. Pág 243

[18] Ibíd. Pág. 376

[19] Ibíd. Pág. 376

[20] Ibíd. Pág. 19

[21] Ibíd. Pág. 202

[22] Ibíd. Pág. 191

[23] Ibíd. Pág. 194

[24] Ibíd. Pág. 202

[25] Ibíd. Pág. 21

[26] Ibíd. Pág. 277

[27] Ibíd. Pág. 372

[28] Ibíd. Pág. 271

[29] Ibíd. Pág. 367

[30] Ibíd. Pág. 110

[31] Ibíd. Pág. 219

[32] Ibíd. Pág. 321

[33] Ibíd. Pág. 321

[34] Ibíd. Pág. 273

[35]Ibíd. Pág. 218

[36]Ibíd. Pág. 219

[37] Ibíd. Pág. 264

[38] Ibíd. Pág. 272

[39] Ibíd. Pág. 276

[40] Ibíd. Pág. 279

[41] Ibíd. Pág. 231

[42] Ibíd. Pág. 231

[43] Ibíd. Pág. 237

[44] Daniel Pecaut. Los desplazados: Un problema social y político, Articulo escrito mayo de 1999

[45] CIEN AÑOS DE SOLEDAD: Edición conmemorativa, Gabriel García Marques, Bogotá, Editorial alfaguara, 2007, Pág. 472

[46] Daniel Pecaut. Los desplazados: Un problema social y político, Articulo escrito mayo de 1999

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